Aristóteles: “El movimiento no existe fuera de las cosas, pues todo lo que cambia, o cambia en el orden de la sustancia o en la cantidad, o en la calidad, o en el lugar. ”
Cuando un país se ve abocado a tomar medidas regulatorias sobre calidad en el trabajo para paliar estados de endeudamiento, el primer nivel que sufre las consecuencias es el trabajador.
En todos los niveles en España el estado del coste laboral ha bajado hasta mínimos históricos con respecto no sólo a la UE , también VS la OCDE. Si analizamos los aspectos donde influye más este descenso de calidad laboral, entraremos en un primer escalón de comparativas de remuneración, niveles de esfuerzo y posibilidades de desarrollo personal. Después entraremos en el área de protecciones sociales y legales, y por último en cuanto a bienestar social y emocional.
Para entender la calidad de los salarios, hay que ver los esfuerzos requeridos por cada precio/hora de trabajo, y las cantidades y mediciones de la productividad, esto ya entra en el terreno de la regularización nacional.
Para conseguir mayor competitividad en las empresas los gobiernos bajan costes de producción y empujan a un aumento de la presión por tareas. Esto condiciona los desempeños diarios de las personas, provocando sobre-esfuerzos, incidiendo directamente sobre la calidad de un trabajo que cuenta con menos tiempo y medios en el mejor de los casos. Se pagará lo mismo por más trabajo.
Se habla de los bajos niveles de productividad en España, pero no se habla comparativamente de los sueldos.
Nos comparan con países donde los trabajadores disfrutan de unos beneficios, seguros de vida, médicos, tiempos de conciliación, becas, subvenciones familiares, que en España ni soñaríamos tener. Las empresas aún no han concientizado el valor de la estabilidad emocional de sus trabajadores, apoyando políticas de control mediante leyes que refuerzan el inmovilismo, cuando lo ideal sería por ejemplo ofrecer mayor movilidad y re-agrupación geográfica, acceso a descuentos sociales, inversiones en cooperación internacional, ayuda y apoyo psicológico en el puesto de trabajo, seguimiento de situaciones complejas y estudios individualizados por perfil familiar.
En definitiva, existe una inquietud real y sincera desde el entramado financiero que maneja el poder de legislar, así como desde la calle se gritan las necesidades, pero hay condicionantes histórico sociales que dificultan el entendimiento y diálogos sociales para llegar a puntos de concordancia que sean en beneficio de todos.
La lucha debe seguir desde los departamentos de RRHH en los que los dirigentes serán el pilar de avances y reorganizaciones estructurales, para llegar a encontrar el punto en que la mejora de la calidad laboral sea el auténtico repunte de las economías tanto en grandes como pequeñas compañías.
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En realidad el bienestar o calidad de vida del trabajador y de su familia,debería ser una prioridad del aparato legislador.