Esta frase es muy típica en aquellos ejecutivos, directivos e incluso empresarios que siempre están ‘superocupados’. Lo acaparan todo como si ellos fuesen el centro de toda la organización. Aquella persona que si no lo hace él o ella, o está mal hecho, o es que si no nadie se preocupa.
Una de las claves en los modernos negocios que ya están presentes, o cómo mucho a dos años vista –recordemos que los millenials les faltan 2 años para poder trabajar-, es tener alguna de las competencias que más se buscan, y es la del Liderazgo y Gestión de Equipos.
El tener la preparación adecuada es muy necesario, por no decir obligatorio, pero también lo será la actitud del líder. Existen diversas formas de liderazgo, cómo pueden ser el burocrático, el autocrático, orientados a tarea, que son el reflejo de lo que comentamos. Personas cerradas que no se abren, que llevan al extremo las normas y que si no fuese por ellos, la empresa se hundiría. Una de las claves para dejar de ser de esta manera es saber delegar en tiempo y forma.
Hoy se pide que sean naturales, para aquellas organizaciones que no tienen jefes, sino líderes elegidos por sus propios compañeros, aquel faro que les va guiando por sus tareas, muy común en Holacracias o incluso en algunas Social Business.
Que sean líderes participativos, democráticos, carismáticos, orientados a las personas y crear relaciones. Donde se estimula y motiva a los equipos a participar, dejando que se desarrollen ellos mismos bajo una tutela ‘no intrusiva’, donde se consiente la prueba-error y ejerce aquella motivación y potencia para el desarrollo del colaborador.
Todas estas virtudes o actitudes, llámalo como quieras, no las tienen aquellos perfiles de “líder” que comentábamos al principio. El tan común ‘hipersaturado’ jefe que va dejando un reguero de tareas incompletadas y que son delegadas de tal forma que el colaborador aún se satura más. Y muy posiblemente esa tarea sea exclusiva de él mismo, indelegable, lo que aún es más terrible.
Las organizaciones actuales ya buscan y derivan hacia líderes que nombramos dos párrafos anteriormente. Uno de ellos, que aún no hemos nombrado, es el que tiene el perfil perfecto para las nuevas generaciones –los millenials– y es el transformacional. Aquel líder que se inspira en sus colaboradores y recíprocamente ejerce el mismo entusiasmo hacia ellos. Necesitan crear un clima de apoyo común, ejerciendo como un solo corazón y pulmón. En definitiva, donde lo que prima es el trabajo en equipo y el objetivo es conjunto, dejando de lado las individualidades y las rivalidades.
Lo que no reconoce el líder citado al principio es que no sabe delegar o no deja de acaparar, y de su equipo siempre oirá la misma respuesta: “Ya lo sabíamos”.
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