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Ética ¿moda, necesidad, responsabilidad o palabrería?

la etica empresarial

Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada en este mundo” Albert Camus.

Qué es la ética

No hay consenso en determinar qué es la ética; moda, necesidad, responsabilidad o palabrería.

Simplifico y me quedo con lo que me decía mi abuela:

Tú, hijita, sé un ser humano decente”

No se puede decir más con menos y todos entendemos qué significa. Ser decente es, entre otras cosas, que el pepito grillo de nuestra conciencia no ande torturándonos por lo que hicimos.

Según la Rae, decencia es dignidad en los actos y las palabras, recato, compostura, honestidad.

Reflexionar sobre nuestros actos

Te pido una reflexión: si a la llegada a tu hogar regresando de tu trabajo te preguntan ¿qué hiciste hoy? e identificas algún aspecto que no puedes responder, no por confidencialidad, sino por el rubor y la vergüenza hacia tus propios actos.

Si te esforzaras por contestar y sintieras que un terrible dolor de tripa te retuerce por dentro, tienes dentro de ti la semilla de un conflicto ético.

Si sentimos asco hacia nosotros mismos al tener que contar a nuestros seres queridos a lo que dedicamos nuestro tiempo y nuestra inteligencia, estamos en una lucha interior sobre lo que hago y lo que debería hacer en nuestros quehaceres o forma de proceder.

La capacidad de introspección

Este conflicto solo aflora cuando tenemos el coraje de mirarnos dentro, despojándonos de escudos justificativos.

Y ocurre a veces que nos engañamos y doña excusa aparece con absurdos argumentos que acallan solo temporalmente nuestra conciencia.

Respuestas balsámicas como: “yo es que no sabía”, “lo hice porque me lo mandó mi jefe”, “porque si no, no cobro el bonus” o el “yo hago esto, pero hay gente mucha más mala que yo”.

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Es fácil hablar y juzgar la ética ajena, es un poco más complicado ser coherente con las propias acciones y siendo capaz de evaluarlas con espíritu crítico.

Tener empatía con el otro

Para identificar qué es lo que hacemos fastidiando a los demás, me quedo con un punto común en todas las religiones:

Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”.

Si tenemos ese referente al obrar, seguro que no nos equivocamos ya que no somos tan diferentes los unos y los otros. Lo que a nosotros nos causa dolor de los comportamientos ajenos, casi con toda seguridad  que es muy similar que lo que sienten los demás.

Dónde está el límite de la ética

Hay una ética de mínimos, sobre la que existe unanimidad y no es cuestionable. Estas acciones no éticas, vulnerarían la ley, los 10 mandamientos y los usos y costumbres arraigados en nuestra sociedad.

Hay otros actos que no atentan la ley y que solo afloran cuando tenemos el coraje de pensarnos.

Igual que una mujer no puede estar medio embarazada, con la ética tampoco hay mitades, o se tiene, o no se tiene. No va de cantidades, porque como dicen en mi Castilla:

Quien hace un cesto, hace ciento”.

Es una cuestión de fuero y no de huevo, si no somos éticos en los pocos, cuando surja la oportunidad de los muchos, iremos de cabeza ya que nuestra ética estará acostumbrada a la laxitud y nuestros valores a ser pateados por nuestros actos.

Conflicto de principios éticos

¿Qué hacer cuando sentimos que lo que nos da de comer, nos está obligando a hacer cosas que poco o nada tiene que ver con los consejos sabios de vida que nos dieron nuestros padres y abuelos?

Mi primera recomendación es que salgamos corriendo como alma que huye del diablo, pero eso es fácil de decir y complejo de poner en marcha.

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El análisis ayuda en la toma de decisiones por lo que con el rigor del mejor analista financiero, proyectemos hacia dónde nos llevarán nuestras acciones no éticas y calculemos las consecuencias.

  • Hay un primer castigo que todos tememos, que es el social, ya sea en forma de condena: de cárcel, despido del trabajo, desprecio de las personas que están en nuestro círculo o el defraudar a los seres queridos.
  • Pero por muy duro que sea el castigo ajeno, más torturador es el propio, que aparece en forma de remordimiento, es la aflicción interna de la que no podemos huir, el asco hacia nosotros mismos por lo que somos, incluso aunque estemos seguros de que nada ni nadie conocerá nuestra amoralidad o tomará represalias hacia nosotros. El autocastigo es la peor de los suplicios, porque si nuestro proceder nos roba nuestra paz interior, no habrá forma de huir de uno mismo. El arrepentimiento es el propio descontento por haber usado mal la libertad.

Supongo que a lo largo de la trayectoria profesional de todos nosotros han existido momentos donde no hemos obrado todo lo bien que nos dictaba la conciencia.

No nos torturemos, “errar humanum es”.

Comencemos por reconocerlo y hacer claro propósito de la enmienda para que hechos similares no se vuelvan a producir en nuestro camino.

Alguien dijo que no se aprende no de lo vivido sino de la reflexión sobre lo vivido, para ello, hay que hacer un acto de pensarnos; con objetividad y sin negación.

La ética en la empresa

Llevando este análisis al terreno empresarial, nosotros, los directivos, tenemos el poder, pero también la responsabilidad de dejar el mundo y nuestras empresas mejores  y más transparentes que las encontramos, generando confianza tanto en nuestras organizaciones, como en nosotros mismos.

La cultura que se llamó del pelotazo debe de pasar, ha llegado el momento de gestionar las organizaciones de otra manera, soportándolo en:

  • El mínimo que supone el estricto cumplimiento de la ley.
  • Siendo íntegros, es decir no arrendando nuestra honorabilidad por un plato de lentejas.
  • Evitando el cáncer que es la corrupción.
  • Respetando a nuestros colaboradores.
  • No apropiándonos de lo que no nos pertenece, lo que no es mío, no es mío.
  • No fingiendo competencias que no tenemos.
  • Practicando la humildad y el espíritu de servicio.
  • Dejando de actuar como si los cargos, sean en el sector público o privado, fueran de nuestra propiedad.
  • Aparcando los derechos que nos llevan a supeditar los intereses propios a los colectivos.
  • Enseñando y, sobre todo, practicando ejemplarmente la cultura del trabajo, el esfuerzo y la decencia.
  • Cumpliendo nuestra palabra.
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En resumen, actuando conforme a lo que decía mi abuela:

Tú, hija, si quieres vivir en paz y dormir tranquila, sé una persona honesta”

Ana Cabezas, Directora del Master en Finanzas IMF

Ana Cabezas, Asesora de la Presidencia en INACAL y Directora del Master en Finanzas de IMF Business School

@AANACABEZAS

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