Vivimos en una sociedad en continuo proceso de cambio, fundamentalmente en lo que a la estructura demográfica se refiere. La alta esperanza de vida y las bajas tasas de natalidad están modificando la pirámide de población de forma alarmante.
Como vemos en el gráfico, la forma de la pirámide ha evolucionado hacía un modelo regresivo, es decir, el número de nacimientos es cada vez menor y la esperanza de vida es cada vez mayor, lo que supone que no existe reemplazo generacional. De los modelos de pirámide poblacional, España ha pasado en 100 años de un modelo progresivo a otro regresivo.
Consecuencias que conlleva esta situación… para las mujeres
Vamos a centrarnos en el análisis de las consecuencias que tiene la elevada esperanza de vida. Cada vez son más las personas que necesitan atención para desenvolverse en su vida cotidiana, es decir, son personas dependientes, que deben ser cuidadas y según el mandato de género que impera en nuestra sociedad, son las mujeres las encargadas de su cuidado.
Todas las personas tienen derecho a una atención digna, a ser cuidadas bien en el entorno familiar o en centros de atención adecuados a las necesidades de cada persona. Esto nadie lo discute, la cuestión a debatir es, ¿por qué son las mujeres las que deben asumir, casi en exclusiva esta situación? ¿Por qué no se piensa en el coste que tiene para las mujeres esta situación?
Resulta cuando menos curioso que mientras las mujeres de la familia se hacen cargo de esta tarea, no se habla del tema, es tan habitual que sean ellas las que cuiden, que sólo cuando por alguna razón las mujeres dejan de cuidar se hace patente que es una necesidad que la sociedad debe asumir.
La esperanza de vida en nuestro país es una de las más altas de la UE (85,0 años las mujeres y 79,3 años los hombres), sin embargo los servicios de atención a la dependencia son escasos. La atención a la dependencia se encuadra en el denominado “modelo mediterráneo”, es decir, las ayudas percibidas se enmarcan dentro de las políticas sociales, y los cuidados de larga duración han recibido escasa atención hasta la fecha, siendo la familia (léase las mujeres) la institución clave a la hora de proveer este tipo de cuidados. (Informe: “El sistema de atención a la dependencia en España: evaluación y comparación con otros países europeos”)
Repercusiones en el empleo de las mujeres
Las mujeres ven como las empresas las penalizan al ser madres y bien sabemos que esto repercute en su carrera profesional de forma negativa, a medio y largo plazo. Si a esto unimos la atención a personas mayores, ¿qué margen les queda a las mujeres para el trabajo remunerado? La reducción de jornada que se plantea a menudo como la mejor solución posible, es una trampa pues tiene implicaciones negativas que no se pueden olvidar.
Se hace, pues, imprescindible un cambio de mentalidades, eliminar los roles de género que tantos efectos negativos en el empleo y en la vida cotidiana de las mujeres. Modificar las estructuras patriarcales es trabajo de toda la sociedad, tanto empresas como instituciones deben tener en cuenta la situación de partida, para facilitar, en la medida de sus posibilidades, la eliminación de roles de género.
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