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10 consejos para ahorrar energía en verano

Nos adentramos un tanto abruptamente en esa época del año caracterizada por días largos, noches cortas y altas temperaturas, que nos llevan a utilizar equipos que suelen consumir mucha energía.

En este post, daremos 10 consejos para ahorrar energía en verano.

Efectos del cambio climático

Desde hace un año los efectos del cambio climático ya se están haciendo notar de tal modo que la estación estival es bastante más larga y las temperaturas que se alcanzan (salpicadas de olas de calor), también.

Pero junto a esta subida de las temperaturas e incremento de los días de calor, también han aumentado el uso (no siempre correcto) de los aparatos de aire acondicionado como una medida para luchar contra el calor.

Aumento del consumo eléctico

El problema que ha surgido antes esta nueva realidad y estos nuevos hábitos es que el uso que hacemos de los dispositivos de lucha contra el calor es que la factura eléctrica suele subir considerablemente haciendo incluso que en la curva de consumo eléctrico en España, en la que enero solía ser el mes con el máximo de consumo, ahora sea julio dónde se haya otro máximo anual.

Si queremos luchar contra las altas temperaturas sin que nuestra economía sufra hasta el límite de no poder irnos ni de vacaciones hay una serie de consejos que pueden resultar de utilidad y que pasamos a enumerar a continuación.

Consejos para ahorrar energía en verano

Lo cierto es que se trata de cuestiones basadas en el sentido común, en la lógica y en la sabiduría tradicional de lugares cálidos que, parecería, hemos olvidado en las últimas 4 décadas.

Ventila con cabeza

Para luchar contra las altas temperaturas hay un concepto que creo puede ayudar a comprender cómo se comporta el calor y es que: «Sólo existe el Calor y el Frío no es sino la ausencia del primero«. Esta afirmación, que puede parecer de Perogrullo no lo es tanto.

Lo cierto es que es el calor el que se escapa de nuestras casas en invierno y el que entra en verano. Así, si conseguimos que el calor no entre en nuestras casas, las mismas se podrán mantener a una temperatura más razonable.

Durante la noche las temperaturas van bajando de tal manera que el mínimo se alcanza justo antes de que salga el sol, es decir, en torno a las 7 de la mañana. Esto quiere decir, entre otras cosas, que el mejor momento para hacer que el aire de nuestra vivienda se renueve y de paso salga parte del calor que hayamos podido acumular en el interior es precisamente a primera hora de la mañana.

Pero ojo, que a partir de las 10 (un poco antes en las ventanas que dan al este) la temperatura exterior puede empezar a aumentar rápidamente y el aire que entre puede dejar de estar más frío que el que hay dentro.

Lo recomendable es llevar a cabo una ventilación cruzada (ventanas enfrentadas en fachadas distintas de la casa) antes de esa hora. Una vez pasado ese momento se deben cerrar las ventanas de forma que el aire caliente no entre en nuestra casa y en el interior se quede el aire «refrescado» de la mañana.

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El aire acondicionado nunca a menos de 27°C

Si la temperatura se convierte en muy alta es lógico que, si disponemos de ello, recurramos a los equipos de aire acondicionado. Pero cuidado, debemos hacerlo con cautela a no ser que queramos, por un lado, pillar un resfriado en pleno verano y de paso dejarnos una fortuna en electricidad.

Así, pese a que es muy habitual ver que hay quien usa el aire acondicionado a 20°C grados o incluso menos (la mayor parte de los equipos permiten programar 18°C o incluso por debajo) esa no es ni de lejos una temperatura saludable, ni de confort. Tenemos que recordar que estamos en verano y debemos asumir una temperatura algo más alta.

Cierto que, nuestra forma de vestir debe ser adecuada a la época del año en la que estamos. Así, la temperatura lógica para un aire acondicionado estaría en los 27°C o 26°C a lo sumo para que haya un confort y estemos a gusto. Por debajo de esa temperatura habrá muchas personas que tendrán sensación de frío y deberán abrigarse, lo que carece de lógica alguna.

Otra cuestión importante a tener en cuenta es que, aunque vengamos acalorados de la calle no podemos pretender que en 2 minutos la temperatura se haya acondicionado.

De hecho nuestro cuerpo necesita aclimatarse poco a poco y por eso debemos tratar de marcar la temperatura de 26°C o 27°C como objetivo y darle un poco de tiempo para que el equipo trabaje y la alcance.

Esta lógica de temperaturas se puede aplicar también a los automóviles en los que también se suele caer en la sinrazón de querer que alcancen una temperatura de golpe y para ello se pone el aire a 18°C, lo que no hará sino disparar el consumo y hacer, de paso, que los pasajeros acaben con pulmonía.

Anticipa la evolución de las temperaturas

Hoy en día y con la ayuda de nuestro smartphone podemos saber con bastante fiabilidad qué evolución seguirán las temperaturas en un lugar dado al menos durante las próximas 48h.

Esto nos permite saber qué temperatura se va a alcanzar, cuándo va a haber picos de temperaturas o cuando bajarán las mismas. De esta forma podemos anticipar si el día va a ser moderadamente caluroso o si, por el contrario, como diría un castizo: va a hacer un calor que te torras.

Haciendo esto, podremos asegurarnos de que durante las horas de más calor las puertas y ventanas permanezcan cerradas y bien cerradas. Así, si sabemos que fuera estamos a 38°C, aunque en casa estemos a 30°C y tengamos calor, no es buena idea que abramos las ventanas «para que corra el fresco».

Usa la sombra, las persianas pueden ser un gran aliado

Y sin duda, uno de los mejores elementos para luchar contra el calor no es otro que la sobra. Cualquier dispositivo o planta que evite que el sol impacte directamente contra nuestra fachada o, peor aún, contra nuestras ventanas dejando penetrar el calor del sol, es un buen aliado.

Por comenzar de dentro a fuera, la primera «línea de defensa» contra el sol incursor son las propias ventanas. Si las mismas están dotadas de una lámina o tratamiento reflectante o antitérmico podemos evitar que una gran cantidad de rayos infrarrojos, que son los portantes de calor, entren. Las ventanas se pueden comprar ya con este tratamiento o se pueden adherir vinilos reflectantes en las ventanas una vez ya instaladas.

La segunda línea, tras los cristales, son las persianas. Cuando el sol incida contra las ventanas hemos de bajar las persianas dejando sólo un hilo de luz debajo pero que no permitan la incidencia directa de los rayos. Si las persianas son aislantes y rellenas con material protector será aún mejor.

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Y, en tercer lugar, tendríamos los tradicionales toldos que, colocados en las fachadas sur (y parcialmente también este y oeste) pueden ayudar bastante a defendernos del calor.

El ventilador con hielo no es mala solución

Si no contamos con un equipo de aire acondicionado un ventilador de toda la vida puede ser, combinado con la sombra y con una buena ventilación a primera hora de la mañana un dispositivo de medidas muy útiles.

El ventilador hace que el aire en movimiento disipe el sudor de nuestra piel haciendo que inmediatamente haya una sensación de frescor. Si queremos incrementar esa sensación, nada como colocar entre el ventilador y nosotros una bandeja con cubitos de hielo.

No es la panacea, pero puede mejorar la sensación de fresco y sin duda es una solución muy económica.

Calienta el agua con el sol

Otra de las características más importante que tiene el verano es que el día dura mucho más tiempo y por lo tanto hay un mayor número de horas de luz solar que poder aprovechar.

En un país como España, el que más horas de sol al año tiene de toda Europa, saber aprovechar este sol para evitar tener que quemar gas, gasóleo o electricidad para calentar el agua que utilizamos de forma cotidiana para ducharnos, lavarnos o lavar los platos en la cocina es algo casi obligado.

Así, dotarse de una placa solar y un depósito de agua que caliente esa placa es algo bastante económico hoy en día y podría proporcionarnos toda el agua caliente sanitaria al menos desde abril hasta octubre. Y probablemente al menos el 50% en el resto de meses del año.

La inversión en una placa solar térmica, cuyo mantenimiento es muy escaso y su duración de más de 20 años, se amortiza sin ayudas en un período de entre 6 y 8 años. Si además uno tiene la suerte de vivir en un municipio que incentive este tipo de instalaciones ya sea con una subvención o con una desgravación en un impuesto como el IBI, entonces la amortización puede ser de apenas 2 o 3 años.

Aprovecha las horas de sol

Este consejo puede parecer obvio, pero no lo es. En la medida en que el número de horas de sol es mayor, las horas en las que necesitamos luz artificial (con el consiguiente consumo eléctrico) es menor.

El hecho de que en julio sea de día hasta las 10 de la noche, nos hará ahorrar luz. Si además nos aseguramos de que la iluminación de nuestra vivienda (tal como farolas o luz de jardín) se enciendan, con el uso de un dispositivo que sólo las active en caso de que no haya luz y no tanto a una hora fija ese ahorro será aun mayor.

Y, obviamente, si aprovechas la luz del sol para adaptar tu ritmo de vida al sol, sin duda no de penderás tanto de la luz artificial.

Un buen aislamiento no sólo evita que el calor salga en invierno

Uno de los grandes puntos pendientes en la mayor parte de las edificaciones es del aislamiento de los paramentos exteriores. A la hora de construir un muro es habitual que se ponga una cámara de aire entre el muro exterior y el interior pero que la misma habitualmente esté vacía, o «llena de aire» que viene a ser lo mismo.

El aire, no es un elemento aislante (aunque algunos vendedores de casas se empeñen en decir que sus muros «tienen cámara de aire» como un elemento positivo). El aire es, muy al contrario, un excelente transmisor del calor tanto de entrada a nuestra vivienda (en verano) como de salida de ella (en invierno).

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Por eso, la clave está en que esa «cámara de aire» esté llena de un material aislante, como puede ser la lana de roca o la celulosa tratada. Aunque nuestra casa no haya sido aislada cuando se construyó, hoy en día puede insuflarse este material aislante de forma rápida, limpia y económica tanto desde fuera de la vivienda, como desde dentro.

Una vez lleno el muro con el material aislante notaremos que el calor del exterior en verano no se cuela dentro de casa con tanta facilidad y, por lo tanto, somos capaces de mantenerla a una temperatura más confortable y no necesitaremos poner el aire acondicionado con el consiguiente ahorro que eso supone… y, aunque esto no toque en este decálogo veraniego, nos ahorraremos una pasta en calefacción en invierno.

Plantas de hoja caduca en la fachada sur

Un remedio tradicional y muy eficiente consiste en utilizar los ciclos de la propia naturaleza y de las plantas como elemento que permita dulcificar el calor en verano y dar más luz y calor en invierno.

Si tenemos un jardín en nuestra casa, aunque sea pequeño puede tornarse un buen aliado a través de la propia vegetación que podamos plantar. De esta forma, un árbol de hoja caduca plantado en la fachada sur, permitirá que durante el invierno, cuando el árbol no tiene hojas, la luz llegue a casa, pero en verano que se puebla de hojas evitará que el sol incida contra nuestra fachada.

De esta forma, como comentábamos, el ciclo natural sería uno de nuestros mejores aliados para ahorrar. Hay incluso quien deja crecer una enredadera en el muro sur de la vivienda con lo que, si bien en inverno eso no impide que se pierda calor a través del mismo significativamente, sí que puede reducir de forma importante que el calor del verano caliente nuestra casa ya que las hojas de la enredadera se ocuparían de impedir que los rayos de sol directos puedan incidir contra la fachada.

El agua fría ayuda a dormir

Y, si todo lo anterior fallase, llegase una de esas tórridas noches de verano con 28°C y no lográsemos pegar ojo, puede haber una alternativa que nos ayude a conciliar el sueño antes de recurrir al costoso aire acondicionado.

Una de las funciones de la sangre en el cuerpo es distribuir el calor puesto que las venas y arterias son una especie de intrincado sistema de tuberías que llevan un líquido (la sangre) a todo el cuerpo. Obviamente darnos una ducha de agua fría podría refrescarnos pero tal vez sea una medida excesivamente radical.

Un plan «B» bastante imaginativo y no tan drástico consiste en meter los pies en un barreño con agua fría. La sangre al pasar por los pies se enfría y al recorrer el resto del cuerpo permite reducir la sensación de sofoco y calor.

No es la purga de Benito pero unida a otras medidas que hemos enunciado previamente puede hacer que pasemos un verano más confortable y mucho más económico.

 razones para ahorrar energia en verano

Confiamos en que este decálogo pueda ayudar a aliviar, en parte al menos, los rigores estivales y, sobre todo, el agujero que una incorrecta lucha contra el calor puede hacer en nuestros bolsillos.

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Director del Área de Energías Renovables de IMF Business School

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