El reciclaje como clave para la economía circular

cerezo

Tal y como dice Michael Braungart, uno de los padres de la economía circular, “Las hojas caídas de un cerezo volverán a la tierra convirtiéndose de nuevo en alimento del cerezo”.

Con esta simbología de la naturaleza representa el que debe ser el reto de la economía circular logrando que los residuos puedan reincorporarse de nuevo al ciclo económico formando parte integrante de los nuevos productos que se creen en el sistema productivo.

La economía circular

Es en este ámbito en el que la economía circular se constituye como una forma de hacer mejor el sistema económico y, sobre todo, hacerlo más viable.

Como decía el economista Herman E. Daly, el crecimiento es simplemente hacer las cosas más grandes pero el desarrollo es hacerlas mejores. En este sentido en la medida en que la economía circular real logre implantarse en todos los puntos de la cadena la economía se desarrollará y se hará mejor.

En este sentido, existe en el mundo la tendencia práctica a unir los conceptos de incremento de la riqueza medido en unidades del producto interior bruto y generación de residuos de tal forma que a medida que una sociedad crece aumenta la cantidad de residuos por habitante que produce.

El infraciclado

Obviamente este aumento en la cantidad de residuos producidos obliga a que se lleve a cabo una gestión de los mismos, si bien, por desgracia, dicha gestión suele ser más una gestión de “fin de tubería” en la que se lleva a cabo un infraciclado de los mismos.

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De esta forma los materiales que se obtienen de este reciclado no pueden emplearse para el mismo fin o producto del que provienen sino que se destinan a otros de menos pureza o calidad requerida.

Este proceso va llevando a cabo una degradación progresiva del sistema de gestión de los residuos y además avanza en el agotamiento de las materias primas del planeta.

El supraciclado

La única forma de romper esta tendencia es implantar un sistema real y progresivo de economía circular basada en el supraciclado de los residuos que no es otra cosa que el hacer que en cada ciclo del reciclaje los materiales obtenidos sean más puros, más idóneos y mejores que los que fueron en origen.

De esta forma la mejor fuente de materias primas de primera calidad no será los recursos naturales no renovables sino el propio sistema de reciclaje.

Para alcanzar el objetivo anteriormente planteado de instauración real de un sistema de economía circular, resulta crucial contar con un análisis correcto del actual sector del reciclaje, diferenciando la realidad del mismo de las campañas publicitarias de diferentes organismos y corporaciones que en ocasiones impiden ver con nitidez el proceder diario del sistema de reciclaje y por tanto su valoración.

Datos como el que 11 de los 14 millones de toneladas de acero que España produce anualmente provengan del reciclaje de chatarra procedente de diferentes líneas de bienes fuera de uso da una idea de la importancia de esta actividad.

El 50% de las necesidades de cobre, el 55% de las de aluminio o incluso el 100% de las de plomo tienen su origen en el sector reciclador de bienes fuera de uso.

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Destacan con especial relevancia 3 sectores que han de ser analizados para poder entender las claves de funcionamiento y disfunción de dicha actividad recicladora.

Así, el reciclaje de vehículos fuera de uso (y sus productos afines como los neumáticos o las baterías de plomo), el de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos y el de los envases (diferenciando los que tienen un valor residual negativo de los que lo tienen positivo) son probablemente los 3 flujos que explican mejor las bondades y límites del sistema actual de reciclaje.

Y sin duda su análisis debería ser la base para avanzar en las pautas que caminen hacia ese deseado estadio de la economía circular.

Para dar respuesta a los retos de mejora de los sistemas de reciclaje Europa estableció el principio de Responsabilidad Ampliada del Productor que ha impulsado la transformación de los modelos de gestión de residuos en los últimos 15 años.

Este principio establece que la responsabilidad del productor no acaba en el momento de poner el bien en el mercado y asegurar su funcionamiento durante la vida del mismo, sino que va más allá haciéndose corresponsable de la correcta gestión y reciclaje de dicho bien una vez devenga residuo.

Álvaro Rodríguez, Director de Energías Renovables de IMF

Álvaro Rodríguez , Director Área Energías Renovables y Medio Ambiente de IMF Business School.

 

 

 

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