Las consecuencias del estrés para el individuo, no sólo le afectan a él ya que también producen un deterioro en el ámbito laboral, esencialmente en las relaciones interpersonales y en el rendimiento.
Los costes evidentes son muy altos (bajas por enfermedad, rotación elevada de los puestos de trabajo, absentismo laboral, siniestralidad laboral, pensiones por incapacidad, etc.), pero también lo son los costes ocultos, como la rotura de las relaciones humanas, los juicios erróneos de la vida profesional y privada, el descenso de la productividad por el enrarecimiento del clima organizacional, disminución de la creatividad y la calidad de productos y servicios, etc.
Todas las consecuencias negativas del estrés para la empresa, degeneran en una imagen negativa de la misma; intentar paliar tal imagen negativa puede suponer un desembolso muy fuerte a la hora de realizar campañas de marketing y publicidad para recuperar la confianza del mercado.
Por el contrario, la prevención por parte de la empresa de las consecuencias negativas del estrés en los individuos, puede ser generadora de una ventaja competitiva para la empresa, por ejemplo mejorando el rendimiento, la creatividad, etc.
Entre los signos que indican la existencia de estrés en las organizaciones, están:
– Disminución de la producción, tanto en cantidad como en calidad.
– Aumento del absentismo y de las peticiones de cambio de puesto.
– Aumento de incidentes y accidentes.
– Deterioro de las relaciones personales.
– Falta de orden y limpieza.
– Aumento del consumo de tabaco, alcohol, medicamentos, etc.
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