La formación en las empresas ha sido una concepción asumida desde el principio de los tiempos, antes de que existieran las universidades. “El aprendiz” era la cantera de profesionales en el mundo industrial.
Primero se empezaba desde muy joven y sin formación previa a ser posible, era mejor un niño sin mecanización alguna que un mayor rebotado de otra profesión. El aprendizaje de un oficio era el camino social lógico y deseable, cualquiera podía “empezar” un oficio, (no entro en la exclusión histórica de la mujer) sea cual fuese el nivel de capacidades, entrabas en blanco, podías ser aprendiz de hortelano, médico, arquitecto o de carpintero, ambos igual de importantes para la sociedad. Y no está tan lejos esta sociedad que describo. Sólo la selección natural evitaba que un discapacitado accediera a las actividades del resto de personas.
¿Por qué? Porque no había herramientas distintas adaptadas, nadie podía desplazarse sin existir sillas de ruedas por ejemplo a un tetrapléjico, mas también porque una deficiencia de cualquier tipo se sentía como una “disminución general de las capacidades de la persona”, se pensaba que una persona con disminución física lo era también psíquica.
Después, la sociedad fue evolucionando y construimos cantidad ingente de medios y adaptamos de maneras increíbles el mundo para que los discapacitados pudieran hacer la misma vida que el resto, inventamos medicamentos para que enfermedades letales se curen, franqueamos barreras impensables hace años, arquitectónicas, ingeniería naval o aérea, telecomunicaciones…
Yo entrenaba a la que fue la campeona en silla de ruedas de tenis hace más de 20 años, y desde entonces la innovación ha seguido creciendo y consiguiendo increíbles progresos técnicos en las sillas deportivas.
Pero hoy, seguimos sin avanzar en la aceptación emocional y mental ante un discapacitado, no conseguimos verlo y valorarlo. Si no fuera por las subvenciones para contratación de discapacitados, ¿cuantas empresas intentarían enseñar, formar o disfrutar de las increíbles capacidades psíquicas y emocionales de un discapacitado físico?
No voy a nombrar estudios científicos porque no lo necesito, lo viví y sé que las dificultades les hacen desarrollar mejores cualidades de mil tipos, entre ellas una capacidad de esfuerzo, lucha y superación que para mí quisiera con todas mis “capacidades físicas”.
La inclusión laboral no depende de las barreras arquitectónicas o técnicas, entre las que no hay barreras posibles ya, sino en las barreras mentales que aún hacen que mucha gente piense que una debilidad física implica una debilidad genérica.
Os invito a ver trabajar o entrenar a un discapacitado y valorar el nivel de esfuerzo de sus compañeros no discapacitados.
Gustavo Fernández – Tenis en silla de ruedas.
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