El trabajo, como clave de la estabilidad personal del individuo, siempre ha supuesto una fortaleza emocional en cuanto al posicionamiento social y familiar de las personas que nutren su vida de una actividad profesional. Nos da estatus e identidad, aportando motivación de vida.
La falta de empleo en las circunstancias actuales, genera negatividad y agrava la eficiencia de los equipos, en cuanto al deterioro de la valoración de las personas que han conseguido una vida laboral.Mientras un buen desempeño se va creando en torno al perfil e identificación de una persona, la competitividad que ejerce su estabilidad en el resto de compañeros y equipos de trabajo con los que comparte el día a día laboral, genera conflictos y tensiones difíciles de controlar por el mismo empleado y por los departamentos de Recursos Humanos.
Un desempleado de larga duración debe ser tratado muy en detalle pues carga un lastre, cuando sea contratado. Debe ser estudiado y analizado su recorrido para prevenir el exceso de competitividad que va a perseguir en cuanto al resto de compañeros desde su primer día, el miedo a volver a la situación anterior le hace emocionalmente inestable y agresivo, aun cuando sea su carácter aparentemente tranquilo y estable.
No es igual la oferta de trabajos eventuales, donde se dejarán la piel para aprovechar el tiempo y tratar de demostrar su valía desde la eficacia de su trabajo.
La edad o el apoyo social y familiar serán puntos a observar, la implicación puede ser exagerada y sacar de ritmo a equipos bien estructurados.
Las condiciones económicas y variables que cambian la vida de un trabajador, así como la integración en el grupo debe ser muy cuidadosa y meditada. Todo lo que sea oferta de mejoras si son demasiado patentes pueden generar desequilibrios, como es el caso de un desempleado de larga duración que accede a un puesto de responsabilidad con buenos ingresos.
Así mismo los jóvenes que se enfrentan a su primer empleo, en un ambiente donde tan sólo tenerlo es validado socialmente como éxito en la sociedad, hará que la red de recién empleados pueda caer en auto infravaloraciones personales, que llevarán a frustraciones sumergidas difíciles de predecir.
Tanto como la diferencia de valor del mismo empleo entre hombres y mujeres, que sin engañarnos, existe y provoca perfiles realmente difíciles de contener.
Aquellos trabajadores que tienen que mantener familias numerosas, también formarán parte del colectivo a tratar con mayor amabilidad, puesto que por sí mismos pasarán por condiciones que no se adecúen con su bienestar por su gran necesidad.
Es decir, en cuanto detectemos perfiles delicados en cuanto a colectivos sensibles de padecer situaciones emocionales de mayor dureza, debemos extremar la amabilidad de nuestro trato y expectativas. Sólo así podremos controlar y adelantarnos a futuros conflictos, sin perder al trabajador, ni el equipo en que se integrará.
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